miércoles, 4 de septiembre de 2013

Cinco días en Portugal (2/3)



Continuando con la entrada anterior, el martes tocó Lisboa. Arrancamos temprano desde la Plaza de Toros por la avenida da República, la avenida da Liberdade y la praça do marquês de Pombal hasta el Centro antiguo (Baixa), haciendo fotos en todo el recorrido (más de una hora de camino).












Luego subimos hasta la Sé Catedral y el Castelo de São Jorge, desde donde se puede contemplar una espectacular vista de toda la ciudad. Aproveché para hacer varias tomas, en particular una fantástica panorámica desde uno de los puntos más altos de la ciudad.












Bajamos a comer a la Rúa da Prata (corazón de a Baixa), y continuamos la visita por la Praça do Comércio, recorriendo toda la zona antigua, con sus típicos tranvías, sus calles estrechas con cuestas y escaleras, llenas de rincones fotogénicos y sus vistas a la inmensa desembocadura del Tejo.














Después de descansar un rato, por la tarde nos acercamos (en tranvía, claro) hasta el barrio de Belém, para conocer su afamada Torre, icono y emblema de la arquitectura manuelina, el monumento a los descubridores y el magnífico Monasterio de los Jerónimos (que no pudimos visitar por dentro por hacerse tarde), así como degustar los deliciosos Pasteis de Belém.













Como habíamos sacado un bono de transporte, aprovechamos el miércoles para conocer la zona de la Expo'98 (el metro te deja en pleno Centro Comercial) y el Oceanário, segundo mayor del mundo, con un gran tanque central de cinco mil metros cúbicos, donde, en cuatro zonas separadas que representan los hábitats de los océanos Atlántico, Pacífico, Índico y Antártico, conviven multitud de especies de su fauna y flora. Como estábamos "de turismo", aprovechamos para subir en el pequeño teleférico anexo.



















Por la noche dimos un paseo hasta la alameda Cardeal Cerejeira, donde se encuentra una bandera gigante de Portugal y hay una espectacular vista de los jardines del parque Eduardo VIII y de la praça Marquês de Pombal, que habíamos visto el día anterior por la mañana. Pasamos al lado de los jardines de la Fundação Calouste Gulbenkian, reconocido centro de exposiciones y actividades de arte, educación y ciencia. He de confesar que me sorprendió gratamente ver el edificio de El Corte Inglés en Lisboa :).










Al día siguiente por la mañana tocó viaje a Sintra (que veremos en la próxima entrada). A la vuelta de Sintra paramos en Estoril (famosa durante el pasado siglo por ser la residencia del padre del rey, Don Juan de Borbón, así como por su autódromo, donde se celebraron pruebas del mundial de fórmula 1 hasta el año 1996), para sacar alguna foto con la luz de la tarde.





El viernes por la mañana tocó playa en Oeiras, al lado de uno de los fuertes militares que abundan en esta costa, así que la cámara descansó un poco por la mañana :). Ya después de comer volvimos a Estoril, centro turístico de fama internacional, donde las instalaciones de una exhibición canina nos impidieron ver los jardines de su archiconocido Casino en todo su esplendor. En el pasaje subterráneo que cruza las vías  para acceder a la playa de Tamariz nos topamos con varias actuaciones, incluidas las ubicuas "estatutas humanas".








Luego nos acercamos a conocer Cascais, que cumplirá el próximo año el 650 aniversario de la declaración como villa, con su hermosa bahía con el mar de un precioso color turquesa, y donde encontramos una gran carpa montada en la plaza donde había unos músicos ensayando para un concierto nocturno. Junto con el vecino Estoril, ambas localidades han sido la meca de la clase alta portuguesa, siendo aún hoy la zona más cara de Portugal para encontrar vivienda. Aquí fue donde Ian Fleming se inspiró para crear su personaje de James Bond, el famoso agente 007.












También visitamos, dentro del parque nacional Sintra-Cascais la Boca do Inférno, una especie de gruta formada por la erosión que ocasiona el agua de las lluvias en las piedras, en la cual las olas dan muestra de la impresionante fuerza del mar. A través de los años el mar ha ido también desgastando aun más la milenaria roca, aumentando  el tamaño del monumento y su espectáculo.







Y para terminar la jornada, con un viento de mil demonios y el cielo encapotado, visitamos el Cabo da Roca, punto más occidental de Europa, y "nariz" del mapa portugués.





En la próxima entrada veremos algo de Sintra y la parada en Cáceres para comer, dando por concluido este pequeño reportaje de los cinco días de vacaciones.

Continuará...

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