martes, 28 de mayo de 2013

Ruta del Cares


Este domingo, día 26 de mayo, nos apuntamos a una de esas salidas que organizan las peñas de León para hacer la archiconocida Ruta del Cares (tiene hasta entrada en la Wikipedia). El autocar nos dejó en Posada de Valdeón (se puede iniciar la ruta aquí, añadiendo 8 km. más), pero nosotros comenzamos a caminar en Caín.




Este camino se abrió a mediados del siglo pasado en la roca para mantenimiento del canal (construido de 1916 a 1921) que alimenta a la pequeña central hidroeléctrica de Camarmeña-Poncebos, y hasta no hace mucho fue la única comunicación existente entre León y Asturias por esta vertiente en los duros inviernos de la zona.

Perfil de la ruta
Para los avezados senderistas se trata de una ruta fácil de 12 km. de longitud que puede hacerse fácilmente en tres horas (la pendiente más pronunciada en dirección Poncebos se sitúa a unos 2 km. del destino, y desciende aproximadamente 300 m.). Sigue el cauce del río Cares, aprovechando las estribaciones del desfiladero ("Garganta Divina del Cares") excavado por la corriente durante miles de años. En esta época del año es más espectacular si cabe porque está todo verde. Su fama se extiende por toda Europa, siendo una de las rutas de senderismo más transitadas y espectaculares del viejo continente.




La ruta se inicia al final del pueblo de Caín, a los pies de un pequeño salto que regula el cauce del canal que nos acompañará durante todo el camino. El primer tramo está literalmente excavado en la caliza.

Desde los tramos abiertos de este pequeño túnel inicial se puede observar de cuando en cuando la belleza y esplendor de las distintas caídas de agua desde cualquier punto de la montaña que incrementan el caudal del río.





A la salida del primer tramo de túneles comienza el "espectáculo" de la naturaleza. Podemos observar cómo crecen las encinas en la propia roca, sin apenas sustrato que las sujete, aprovechando las grietas entre la caliza para capturar el agua y los nutrientes que necesita el árbol.

Algunas flores nos indican que, a pesar del frío, estamos en primavera. Y la presencia de determinada fauna (escasa) indica la humedad del deshielo que rezuma por todo el desfiladero. Las cimas que nos rodean superan los 2000 metros de altura, situándose el camino a unos 500 msnm. El camino en todo su recorrido (salvo pequeños tramos más complicados) es suficientemente amplio -más o menos metro y medio- para caminar de forma segura y tranquila, sin embargo, es conveniente vigilar sus bordes, pues en algunas zonas la caída hacia el río alcanza una altura y una verticalidad peligrosa.







Afortunadamente contamos con el día perfecto para realizar la caminata, ya que en ningún momento pasamos de los 15 grados. Sin embargo, si se viene en pleno verano, es conveniente llevar suficiente agua ya que hay tramos en los que no encontraremos ninguna sombra y el acceso al cauce del río para refrescarse es difícil por no decir imposible. Cambiamos de orilla en el famoso y fotogénico Puente de Los Rebecos, a unos 2,5 km. desde Caín.

 



A la altura de "la Cuevona", y prácticamente durante todo el trayecto que transcurre dentro de la provincia de León (sin desmerecer el de Asturias, el más espectacular, ya que el desfiladero está más cerrado), debido a las especiales características orográficas y de sustrato, la garganta se ha convertido en refugio para muchas plantas desde Peña Santa (2596 m.) hasta el cauce del Cares.

 



La fuerte pendiente y erosión continua del terreno no es precisamente un buen sitio para que los árboles y la vegetación en general eche sus raíces, pero sus especiales características hace que en determinadas paredes encontremos especies vegetales más propias de otras latitudes, destacándose la encina, que no volvemos a encontrar hasta zonas más mediterráneas.

El viento, acelerado por la garganta, así como la baja retención de agua de la piedra caliza, contribuyen a una aridez y desecación para la que las encinas se encuentran más adaptadas, creciendo entre las grietas de las paredes casi verticales.









Una vez más cambiamos de orilla en el precioso Puente de Bolín, rodeados de un paraje de absoluta belleza y unas caídas hasta el río espectaculares, observando continuamente cómo los árboles encuentran ubicación en los sitios más insospechados.

El canal nos sigue acompañando durante todo el camino, con un cauce a rebosar de agua limpia y cristalina. De vez en cuando, saltos y riachuelos empinados pagan su líquido tributo al río, haciéndose necesarios pequeños puentes para cruzarlos. Las últimas nieves, en algún tramo, hicieron necesario su refuerzo.

Al llegar al Caserío de Culiembro encontramos las primeras cabras. Auténticas profesionales, saben posar para el fotógrafo perfectamente, mostrando su "lado más fotogénico" y sus mejores poses...





Poco a poco, el desfiladero se va abriendo más y más hasta llegar al punto más alto del recorrido: Los Collaos, donde el viento ha erosionado una singular roca hasta darle una supuesta forma de árbol. Es un buen lugar para tomar un respiro y comer una manzana. El camino que nos resta desde aquí está siempre en pendiente, siendo más estrecho y algo más peligroso, ya que la base es de gravilla y piedras más grandes que pueden resbalar si no estamos atentos. De vez en cuando encontramos alguna caseta cercana a una compuerta que regula el cauce del canal, y podemos observar gran parte del camino en la lejanía al abrirse la garganta.





Desde 1915 a 1921, la Sociedad Eléctrica de Viesgo llevó a cabo las obras de captación y conducción de las aguas del río Cares desde Caín hasta la pequeña central de Poncebos. La dificultad del terreno y sucesivos problemas técnicos, hicieron necesario construir 71 túneles para los 11 km. de canal, barrenados a mano por más de 500 trabajadores durante seis años. Dan testimonio de la dureza de este trabajo las 11 vidas que se perdieron durante su construcción.

Después de construido el canal había que mantenerlo, por lo que tras más de 25 años de pequeños teleféricos y puentes rudimentarios que salvaban abismos de casi 60 m. de caída, entre 1945 y 1950 se construyó la senda actual, picando roca para colocar alguna carga de dinamita, levantando muros de piedra donde era necesario y levantando dos puentes actualmente reforzados y modernizados. Esta obra, llevada a cabo por 45 vecinos de Caín, Valdeón y Cabrales también segó la vida de dos de ellos, pero nos dejó uno de los más hermosos (y cómodos) caminos de montaña del Parque Nacional de Picos de Europa.





Hacia el final de la ruta, poco antes de llegar a Poncebos, y en un lugar bastante peculiar (sigo preguntándome cómo realizaban el abastecimiento de bebidas...), hasta no hace mucho tiempo (2001) funcionó un Bar, cuyas ruinas podéis ver en las fotos.



Una vez en Poncebos, una jarra de cerveza fría nos estaba esperando en el restaurante, como recompensa al trecho recorrido. Por esta senda, entre Caín y Puente Poncebos hay 12 km. Como curiosidad, si queremos comunicar los dos pueblos por carretera hemos de recorrer la nada despreciable cantidad de ¡¡110 km.!! Esto demuestra lo escarpado del terreno entre ambas provincias.


Después de comer nuestros bocatas y tomar un café, como el autobús no salía hasta las seis de la tarde, dimos un paseo por los alrededores, encontrándonos con la central que aprovecha el canal, alguna cabra más y varios ejemplares de flora silvestre.





En resumen, un día muy bien aprovechado y una ruta sencilla, para la que no hace falta ser montañero avezado, que aconsejo a todo el mundo que pueda acercarse por aquí. Espero que os haya gustado el recorrido y os haya sabido expresar la belleza del entorno a través de mis fotos (salvo la primera, el resto están colocadas en la entrada en estricto orden cronológico).




¡Hasta la próxima!

Algo más de información:




(c) Javier Díaz Barrera, 2013.